antes de la ayahuasca

No sé si he llegado a cerrar los ojos o, de nuevo, he sido los tuyos. Sobre un cuerpo que, tal vez, fue el mío, los dedos han ido trazando una topografía alternativa. Uno de esos paseos tranquilos  en el que nos abandonamos a lo inesperado, sin prisa,  transitando por el recuerdo lejano de esta piel azorada, que ahora, en verano, es como uno de esos buenos vinos, fino y elegante, con un eco de especias y notas balsámicas. Aspiro hondo”.

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