Glamour

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Era el año 1974 o 75 y, aunque yo entonces no lo sabía, en Inglaterra el Glam estaba en plena efervescencia: la estética, más que parte de la música, era música, o lo que es lo mismo, las formas le arrebataron el protagonismo al fondo. Quiero imaginar que, aburridos por los sesudos e interminables desarrollos del rock sinfónico y el progresivo, y por tanta y tanta testosterona del rock, algunos artistas fueron catapultados al más allá por la parte más provocativa y transformista  de la psicodelia. Se abría entonces un universo hedonista y travestido, de rímeles, pelos cardados,  plataformas, lentejuelas, boas y purpurinas, trajes galácticos y extraterrestres travestidos sedientos de sexo. En fin, una divertidísima e irreverente eclosión de fantasía y provocación liberadora, que transformó la escena artística (los músicos de pop ya nunca serían los mismos) y que, a través de los surcos de los vinilos de mis primos, iba creando un poliverso en el que  brillaban  estrellas como Bolan, Bowie, Warhol, Freddie Mercury, Elton John. Poliverso que  iba desplazando a los Chiripitiflauticos, a lo Payasos de la Tele, a  Pipi Calzaslargas y Pequeño Tio. Si,  Bowie y el Lou Red de Transformer y, aquí,  Peret y  el Titi. Juventud y diversión, qué coño.
Si, aquí en nuestra casa, en  Castellón, en España la televisión era en blanco y negro, más en negro que en blanco. En la Primera Cadena entre telediarios y olor a bleda bollida transcurría la 29ª edición de la vuelta ciclista, ganó José Manuel Fuente, aunque quedó muy bien el mítico Perurena, y también participaban Lasa y Agostinho, en equipos como Kas, Bic, La Casera, ... buff qué cansancio. Yo miraba de reojo a aquellos tipos famélicos, delgados y de nariz aguileña y,  qué quieres que te diga,  prefería sudar bailando que montando en bici. En el UHF Amparo Muñoz, cuya imagen ya despertaba algo en mi entrepierna, se erigía como Miss Universo. A D. Francisco, que estaba en cama con una tal flebitis, le susurro la notica Arias Navarro. Cuando no sonaba música, en la radio o en la tele empecé a escuchar palabras como OPEP, petróleo, dólares, cigarrillos Fortuna, ETA,  y aunque el panorama al parecer no era muy bueno,  Peret, nuestro Peret,  invitaba a cantar y ser felices. Pero todo aquello no iba conmigo, yo estaba con Amparo Muñoz, con el glam y  con Las calles de San Francisco, con  Banacek, McCloud, McMilan y su esposa, y sobre todo con aquel detective negro Shaft, guauuuuh, Who´s the black private dick, That´s a sex machine to all the chicks? Shaft, ya, Damn Righ´t, con música de Isaac Hayes, joder me acuerdo como si fuera ahora Richard Roundtree as Shaft, Moses Gunn as Bumpy Jonas, creo recordar que también sonaba Herbie Hankock y yo, corrí a comprarme un vinilo suyo, Man Child.  Aunque con un sentimiento menos apasionado también me acuerdo de Hawaii 5.0, con música de los Ventures, y de aquel  sudamericano traduciendo  que al empezar la serie decía con voz engolada  Jack Lord como el teniente McGarrett, Kam Fong como Chin Ho, (que se pronunciaba chein fon, como kein fo)  y al oír esto último pensaba,  que ganas de marear al pobre chino, para qué le cambian de nombre.
Como un  cristal precioso, como un diamante, seguramente como aquel pedacito que dignificaba la aguja del Bettor, así me sentía yo. Las músicas, las músicas de mis primos y mis primas, que eran mis músicas  iban tallando una figura poliédrica , mis personalidades.

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