a vosotras

Arrastro los lastres, aunque los lastres son lastres, que diría el tío Krishna y voy intentando que sean lasdos, pero soy muy consciente de que vengo de lascuatro, hecho que, junto a otros hechos me hacen mirar el optimismo con presente, aunque no sé si viceversa. Y dios es uno y Trino.
En la bruma de la  mañana, rodeado de huertos y naranjos en flor, me he dejado ensartar por toda esa humedad de trébol, ferragós y  verdolaga.
Allí, quietoparao, he pensado que la palabra jínjol, como  aguadecanterella, me  trae siempre una brisa fresca cargada de rumor de cañar. Un algo muy próximo a la felicidad. Me pasa lo mismo con la palabra perera, pero a esta la ubico más al sur, en la parte baja del estomago, mientras que  jínjol me ronda más entre la garganta y el pecho.  Que me cosquillean la entrepierna tengo varias, pero esas las nombraré otro día. 
Cuando me enteré que jínjol en castellano se llama azufaifa, joder!, fui feliz, durante unos segundos fue como si todo encajara. El jínjol sólo podría haberse llamado azufaifa. Es tan bonito. Tan bonito.
Ahora, en este justo momento,  os pienso y os imagino como azufaifas, jinjoleándo entre soles, sombras, sístoles y  diástoles, musitados por el susurro de céfiro peciolado en verdes, entre calmas pentámeras de amarillos verdosos. Agitadas apenas las ramas,  trémulo rubor de adolescente  creciendo en vuestros centros, dulce mucílago, vampiro viscoso. O quizás, esa sea Julia marchándose de excursión. Vosotras tan jínjoles,  él tan jujubier.
Y el agua del río, en su memoria cautiva, canta esta poesía:

Súbete a mi drupa
del fruto monospermo
Amor, mastica o chupa
que yo, mesocarpio canoso,
lameré tu carozo,
sorberé tu coriaceo fibroso

Cariño qué gozo
sentir este endocarpio leñoso,
En tu interior semilla,
carpelo y flor

Comentarios

Entradas populares