El sueño de la razón ...
Caminábamos sin hablar, sin prisa pero con ganas de alejarnos de todo aquello. Íbamos dejando atrás la algarabía de la Plaza de las Armas, su Catedral custodiada por decenas de oscuros antidisturbios, caminamos bajo los porches, oyendo nuestros pasos, sin hablar. Anduvimos por callejuelas y callejuelas empedradas hasta llegar a la esquina de la calle Ruinas, entramos en el café Pirqa. Respiramos hondo.
Reinaba una paz más allá del silencio, olía a madera noble, a cuero, y a ... no sé. Algunos leían, otros charlaban en voz baja. Nos quitamos las chaquetas y nos sentamos junto a uno de los ventanales. El camarero nos sonrío, pidió permiso para llevarse las chaquetas y nos dejó una carta de cafés e infusiones. Pedimos un espresso y un macchiato y un par de vasos de agua.
Reinaba una paz más allá del silencio, olía a madera noble, a cuero, y a ... no sé. Algunos leían, otros charlaban en voz baja. Nos quitamos las chaquetas y nos sentamos junto a uno de los ventanales. El camarero nos sonrío, pidió permiso para llevarse las chaquetas y nos dejó una carta de cafés e infusiones. Pedimos un espresso y un macchiato y un par de vasos de agua.
Recuperamos el calor, respiramos aquella tranquilidad.
Mientras tomábamos el café y mirando a través del cristal de la ventana y de tu propio reflejo, rompiste el silencio en voz baja - Sabes, ha vuelto otra vez, he vuelto a tener mi sueño - Tu sueño, así lo llamabas, ese sueño recurrente, casi siempre en blanco y negro, transcurriendo cómo en cámara lenta: Un hombre sin rostro caminaba hacia ti, no llegaba a alcanzarte, pero caminaba hacia ti. Reconocías esa calle, era alguien robusto y, por su forma de andar, te resultaba próximo, familiar. La escena se repetía como en un gif de esos y su banda sonora era La Meditación de Thais de Jules Massenet. Luego, la imagen se coloreaba e iba diluyéndose en amarillos hasta desaparecer.
Tu, echada en la cama, permanecías unos segundos tetanizada, el corazón latiendo en tu garganta y la boca seca.
Visualicé la escena y, dentro de la escena, te vi a ti soñando la escena que te contenía.
Te acerqué un vaso de agua y sin saber muy bien por qué, incomodo por aquel silencio, dije - Creo que fue Freud o, tal vez Lacan, el que nos encomendaba a interpretar los sueños como metáforas o metonimias - Respiré hondo la palabra metonimia y, soltando el aire dije - Los sueños, sin buscarlos, te encuentran.
- Si, así es, sin buscarlos te encuentran ... y si nos encuentran, estamos perdidos - lo pronunciaste sin levantar la cabeza, mirando el fondo de la taza vacía, moviendo la cucharilla de café, como escrutando sus posos.
Entonces, me miraste sonriendo - Ya sabes, el sueño de la razón engendra monstruos - dijiste tarareando la Meditación de Thais ...
Volví a cerrar los ojos, a visualizar la escena y, dentro de la escena, te vi a ti soñando la escena que te contenía. Yo caminaba sin rostro, hacia ti, lenta e inexorablemente hacia ti. Respiré el silencio, ese olor a madera y cuero junto al aroma del café.
Afuera hacia frío
Cusco, Peru Febrero 2019
#slowlife #cusco #peru #sueños #dreams #literatura #musica #musicfordreams #massenetthaïs #eldomadordeolasblogs
Comentarios
Publicar un comentario