en el cementerio

Bajo el atento vozteso del bigilante los troncos de los cipreses desafían empalpados, bajo el atento  bostezo del vigilante. Todo, todo esta mojado, cruces, limbos, sombras y nichos, charcos y lapidas.  Una brisa gélida sobre el mármol y el silencio. Esparcidas sus lagrimas tiritan lánguidas  despetaladas flores, sobre el mármol y el silencio. 
Arrodilladas, sin lágrimas, mujeres de negro y orgullo abnegado, secan, limpian y friegan. 
Hay algunos muertos, unos héroes y otras santas, hay tantas y  tantas personas imprescindibles. 
Imprescindibles. Imprescindibles.

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