ibiza marzo
como una madera curtida bajo esta
maravillosa, predecible y cruel intemperie, y la caricia nieverosada de los
almendros florados, y este azul moteado de nubes, y la brisa preñada de alga y
sal. Gaviotas que flotan muy alto dibujando espirales, y cormoranes en eternas
zambullidas, y manadas de jubilados que flotan muy bajos, deambulando
desrrumabados antes de amodorrarse al sol y a la pesada digestión, y antes de
unos pasitos acompasados, unas risas, varios pisotones y alguna chispa bajo la
cremallera. Macho alpha de hoy, que ayer organizaba las reuniones de escalera,
unas risas, machomuchagracia, y una punzada en el pecho. En un banco, mirando
muy alto a este cielo azul moteado de nubes. Con la mano en el epicentro del dolor, en la cara una mueca o una sonrisa, oyendo los últimos compases. Sentado al sol, como una madera
curtida bajo esta maravillosa, predecible y cruel intemperie, respirando hondo,
en eterna zambullida a través de la brisa preñada de alga y sal, flotando allí arriba,
mirando desde muy alto mientras dibuja grandes espirales, viendo el deambular desrrumbado
de manadas de jubilados al terminar el
baile. Desde aquí arriba los almendros en flor parecen una capa de nieve rosada
que acaricia la piel de la isla. Allá abajo un alma de un cuerpo solitario se desvanece,
mientras los músicos guardan sus instrumentos en una furgoneta. Sobre un banco
un cuerpo como una madera curtida bajo esta maravillosa, predecible y cruel
intemperie.
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