cuestión de numeros para seguir mirando hacia otro lado
Tengo tres
minutos para escribirte esto:
No quiero ser
agorero, ni mortificarte como católicamente nos han enseñado, y nunca me ha
ido eso de mesarme los cabellos o pegarme puñetazos en el pecho y mucho menos
quiero joderte esta preciosa tarde de julio, pero mientras nosotros
disfrutábamos de la paella del domingo y otros placenteros demases, mientras
toda España miraba catódicamente atónita hacia otro lado y, hoy, sigue saltando al ritmo que marca la
victoria de La Roja y sus millonarios héroes, más de sesenta mil
hectáreas de bosque se quemaban por aquí cerca y cientos de
animales, miles de animalitos, millones de insectos morían devorados por las
llamas, otros muchos huyen despavoridos. Creo que un piloto de helicóptero también
ha muerto en este incendio que, a estas horas, sigue sin estar
controlado. Controlado, qué palabra.
Hoy me he
encontrado a una vecina que siempre fue muy guapa, pero que su adicción a la coca,
como si de fuego se tratara, a exterminado cualquier eco de belleza. Le
he dado un beso,- ¿cómo va?.
En ese típico
gesto de los consumidores habituales de coca, ha sorbido los mocos, se ha
tocado la nariz y me ha sonreído - pues ya ves, viviendo la Vida.
Te has
enterado de que en un incendio se han calcinado …. y tal y cual – le he dicho.
No, es que voy
de cráneo, tengo que comprarle unas lentillas de color a mi hija que sale de
madrina de las fiestas de ….
A vale, hasta
luego.
Me he ido
pensando en que en este mundo, “viven la vida” más de mil millones de
personas y lo hacen pasando hambre, pero hambre de Verdad, un hambre que no te
deja vivir la vida. Esa misma hambre que hace que cada tres segundos
muera un niño de hambre. Joder, un niño cada tres segundo !!!!. En unas
pocas horas, decenas, cientos, miles de años desaparecen pasto de las llamas:
sesenta mil hectáreas de bosque se han quemado por aquí cerca y
cientos de animales, miles de animalitos, millones de insectos se
han socarrado. Tengo un amigo apicultor que lo ha perdido todo, todo. Y en
estos dos minutos que llevo escribiendo esto algo más de cuarenta niños han
muerto de hambre. No soy capaz de imaginármelo, te juro que no soy capaz. En
una hectárea caben aproximadamente 3452 campos de futbol, multiplica esto por
sesenta mil hectáreas y te harás una idea de cuántos campos de futbol se han
quemado y así, tal vez, te hagas una idea de la magnitud del desastre. Si sigo
escribiendo podré llenar un campo de futbol de niños muertos de hambre, pero
eso … sería demasiado grotesco. Cuántos campos de futbol llenaríamos con la
gente que sigue saltando el éxito de La Roja, no lo sé, pero tampoco sé cuántos
payasos cabían en el circo Price, nunca he tenido imaginación con los grandes
números. Aunque soy capaz de contar cuantos payasos se sientan en el hemiciclo
de las Cortes y el Senado, creo recordar que son 650. De un total de un total de algo más de
77.000 payasos con cargo directo y sueldo asignado. Payasos de esos que, precisamente, no nos hacen reír. Entre alcaldes, concejales,
parlamentarios autonómicos, diputados provinciales, diputados, senadores,
responsables de cabildos y consejos insulares, consejeros, más de 77.000!!. A estos sí que soy
capaz de contarlos y señalarlos con el dedo, sin embargo, no soy capaz de cuantificar para poder
asimilar la catástrofe de Cortes de
Pallas. Faltan unos segundos para alcanzar los tres minutos de escritura y ya
son 60 niños menos, qué casualidad, 60 como las 60.000 hectáreas, la magia de los números. La magia, eso me recuerda a la banca española y, más concretamente, a Bankia que de magia sabe un Rato.
Estoy tan
cabreado que veo el césped de los campos de futbol del color del fuego, o de la
sangre, no sé. Pero seguramente saldré de aquí y, como en una fuente céntrica, me bañaré en esa gran
hembra salada que es la mar y seguiré mirando hacia otro lado.
En fin … no
quiero seguir escribiendo, de lo contrario me voy a sentir como un verdadero
genocida.
Mañana será
otro gran día y, como digo, seguiré mirando hacia otro lado, para poder seguir viviendo esta vida.
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